Día del Padre, imperfectos y humanos

Día del Padre

El Día del Padre no siempre se siente igual para todos. Para algunos, es una fecha que despierta gratitud, amor y recuerdos cálidos. Para otros, es una herida que se asoma, un silencio que pesa, un abrazo que nunca llegó.

 

Muchos crecimos creyendo que papá debía ser fuerte, firme, inquebrantable. Pero a veces esa fortaleza era solo una armadura. Detrás del padre ausente o exigente, pudo haber un niño sin herramientas, que hizo lo que pudo con lo que tuvo.

 

Y es que no todos los padres saben amar como sus hijos necesitan. Algunos están presentes, pero distantes. Otros dan techo y comida, pero les falta afecto. Algunos son cariñosos pero quizá inestables. Y otros, simplemente, no estuvieron.

 

Mirar hacia atrás no es culpar. Es entender que papá también fue hijo. También tuvo carencias. También tuvo expectativas, dolores y miedos que nadie le enseñó a nombrar. A veces, entender eso nos permite dejar de exigir lo que nunca pudo dar… y empezar a construir lo que hoy sí podemos ofrecer a otros, y a nosotros mismos.

 

Si tuviste un buen padre, celebra su presencia.
Si lo perdiste, honra su memoria.
Y si no lo tuviste como esperabas, reconoce el valor de tu camino. Porque has llegado hasta aquí, incluso con las partes que dolieron.

 

El Día del Padre no se trata de idealizar a papá. Se trata de reconocerlo como humano. Con luces y sombras, con aciertos y fallas.

Y desde ahí, mirarlo con compasión. Porque al final, muchos hicimos las paces con nuestra historia cuando entendimos que papá también fue un niño que necesitó ser cuidado.

 

Este domingo 15 de junio, te invitamos al homenaje campal por el Día del Padre en Jardines de Esperanza. Un espacio para recordar, agradecer y honrar… desde el amor, el respeto y la memoria.

 

Porque todo lo que no se dice, también merece ser honrado.