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La tumba de un amor eterno

 La tumba de un amor eterno

Una escultura bautizada como «La Tumba de las Manos» («Graf Met de Handjes» en neerlandés), ubicada en el antiguo cementerio de Roermond, Países Bajos, en el siglo XIX; cuenta la historia de amor de una pareja de esposos, cuyas lápidas representan la alianza de recuerdo y esperanza que bendijo tanto su separación como su reencuentro eterno.

 

En aquel tiempo cada segregación religiosa tenía su propia sociedad, instituciones, hospitales, mercados, escuelas y barrios; evitando en la mayor medida posible relacionarse. Por supuesto, los hijos de católicos debían casarse con católicos y del mismo modo los protestantes. Esta firme segmentación fue principalmente lo que hizo que muchas parejas no se casaran.

 

Aquí es donde empieza una historia de amor aparentemente imposible. Jacob y Josephina, de religión protestante y católica respectivamente, se conocieron y se enamoraron desde el primer momento. Aunque todo estaba en su contra, no dudaron en casarse y tener tres hijos que disfrutaron de un hogar lleno de amor.

 

Durante su vida matrimonial tuvieron todo en su contra ya que cada vez que se disponían a realizar cualquier trámite para ellos o para sus hijos, la estricta división religiosa se los complicaba.

Tras 38 años de casados y toda una vida siendo señalados por sus diferentes creencias, Jacob falleció. Josephina, entonces se dio cuenta de que hasta en su muerte, la sociedad intentaría separarlos, ya que el cementerio local se encontraba dividido entre católicos y protestantes por un enorme muro de ladrillos.

 

Sin embargo, ella dispuso que tanto su tumba como la de de su esposo fueran ubicadas en la zona más próximas al muro para que, ocho años más tarde, cuando Josephina fuese enterrada, sus lápidas fueran lo suficientemente altas como para elevarse por encima del muro y entrelazar sus manos a través de una emblemática alianza.

 

Esta historia no solo atrae la curiosidad y contagia de romanticismo. Este hermoso símbolo de unidad y eternidad nos permite reflexionar sobre el amor, la devoción y las despedidas después de la vida.

 

La muerte sólo tiene importancia en la medida que nos hace reflexionar sobre el valor de la vida. – André Malraux