La Sociedad de la Nieve: Una lección de esperanza

Imagina estar en medio de una montaña helada, sin comida, sin abrigo y sin noticias de rescate. Para muchos sería el fin, pero para un grupo de jóvenes uruguayos de rugby fue el inicio de la mayor prueba de esperanza y fe en la vida. Esa experiencia se retrata en la película de Netflix, “La Sociedad de la Nieve”, inspirada en un caso de la vida real.
Sus testimonios nos recuerdan que, incluso en nuestros inviernos más oscuros, la esperanza puede ser lo único que nos mantiene vivos.
Cuando todo parece perdido, ¿qué es lo que realmente nos sostiene?
No siempre son las fuerzas físicas ni los recursos materiales, muchas veces es esa fortaleza interior que se niega a apagarse. Esa certeza silenciosa que tuvieron los jóvenes en los Andes a pesar de noches interminables, el frío que quemaba y decisiones dolorosas.
Y aun así, eligieron creer. Creer que el amanecer llegaría. Creer que volverían a abrazar a sus familias. Creer que la vida todavía tenía sentido.
¿Quién de nosotros no se ha encontrado en una situación compleja? Quizás no con temperaturas de 30 grados bajo cero, pero sí con problemas que parecen montañas como una enfermedad terminal, la pérdida de un familiar o la incertidumbre del futuro. Y en medio de todo esto, surge la misma pregunta: ¿cómo seguir cuando parece que ya no hay salida?
La respuesta es la misma que tuvieron ellos: esperanza.
Esa convicción fue la que llevó a Fernando Parrado y Roberto Canessa a continuar escalando esas montañas heladas y encontrar una salida. Si ellos pudieron permanecer 72 días en situaciones extremas, ¿Por qué a veces nos estancamos en problemas que suelen ser más sencillos y que sí tienen solución?
Nadie llega a este mundo con armaduras para enfrentar los obstáculos. Todos enfrentamos tropiezos. Sin embargo, a veces nos enfocamos tanto en los golpes de la vida que nos olvidamos de cómo levantarnos.
Pero depende de nosotros y la actitud con que miremos la vida para sortear esas piedras en el camino que se nos cruzan y continuar nuestro destino.
La tragedia de los Andes nos recuerda algo poderoso: cuando parece que no hay nada, todavía puede haber algo. Y ese “algo” puede ser suficiente para no soltar la vida.
Hoy quiero invitarle a hacer una pausa y pensar: ¿Qué problema enfrenta en este momento? Tal vez la salida no se vea aún, pero la esperanza ya está ahí, dispuesta a que le tomemos de la mano.
Recuerde que no siempre hay respuestas para lo que nos pasa, pero siempre hay esperanza, incluso en los días más oscuros.